La arquitectura típica de Don Benito ha estado siempre adaptada a las condiciones geográficas (tanto en el uso de materiales como en sus cualidades para combatir los rigores climáticos) y la función económica.
La tipología de la casa dombenitense va a venir caracterizada principalmente por el “estatus”, de esta forma podemos encontrar cuatro tipos fundamentalmente: Casa Solariega, Casa Burguesa, Casa del Agricultor y Casa del Jornalero.

Esta edificación guarda consonancia con las pautas marcadas por lo que se ha dado en llamar “arquitectura del llano” o “arquitectura del Sur del Guadiana” (según Rubio Masa, 1.982): “destaca el hecho de ser una arquitectura de tierra. Con el uso del tapial y el adobe se consiguen muros de grosor apreciable, necesarios para soportar el empuje de las bóvedas o techos que se cubren con tablones o palos y como aislante de los rigores climáticos. Los paramentos terrosos se asientan siempre sobre una base de mampostería, donde abundan los berrocales. Los huecos se recrean con bloques graníticos, aunque no se excluyen los enmarcados con ladrillos. La madera de cierta calidad, al ser un material poco o nada abundante, resulta cara y escasea en la vivienda”.
Posteriormente, hacia la mitad del siglo XIX, inicia una transformación que va a dar lugar a lo que se puede considerar la “Arquitectura Señorial de la Ciudad”. Esta variante surge con la emergencia de una burguesía constituida por las jóvenes generaciones de la tradicional hidalguía terrateniente y por los componentes de las nuevas profesiones liberales (abogados, médicos, notarios, etc.), que vienen a asentarse en la Ciudad y van a producir una serie de modificaciones constructivas encaminadas fundamentalmente a la consecución de comodidades en la vivienda y a la ostentación.
Con esta edificación desaparece el ambiente agrícola que envolvía a la Casa Solariega, apareciendo la “Casa Burguesa”, aunque alberga en su interior dependencias concomitantes con ésta, como es el patio con caballeriza, destinadas al servicio de transporte de carruajes, y al solaz de su propietario, siendo la entrada a ellas a través de una gran puerta, normalmente adyacente a la principal, a la que se denomina “puerta falsa”. Con gran amplitud y vistosidad de fachada con gran decorativismo general (jambas y dintel de granito, puertas talladas en madera noble, rejería muy labrada).
La edificación típica de la arquitectura local es la “Casa del Agricultor” propietario de tipo medio. Las casas son bastante homogéneas, lo que implica un alto igualitarismo social que, por otra parte, no excluyen la presencia de construcciones más selectas.
En la distribución en planta aparecen tres o cuatro crujías (llamadas naves), cortadas por vanos que dan lugar a un corredor (caño de casa), la primera nave está compuesta por la llamada “salita” y una alcoba.
En la segunda nave encontramos dos dormitorios más y en la tercera una cocina-comedor con despensa y, a veces, chimenea; próxima a la chimenea está la cantera, hueco en la pared para albergar los cántaros de agua, con espacio inferior para la tinaja y entrepaño superior con vasadera.
Característico de esta planta baja es el “caño de casa” con pavimento de tierra apisonada y allanada, que en algunas viviendas se pinta con cal u otra pintura similar. Las casas con mayor poder económico presentan ésta superficie cubierta por “rollos”, piedras de río pequeñas colocadas verticalmente sobre la base terrosa a modo de alfombra denominada “verea”, que se convierte en paso obligado para la entrada y salida de los animales en la cuadra, flanqueada por unas baldosas de barro cocido en los laterales.
En la parte posterior de la vivienda se encuentra el corral. En él aparecen la cuadra, el pajar, a veces la “zahúrda” (espacio destinado a los cerdos) y, como recinto cerrado al exterior, la letrina o escusado (ubicaba encima de los laterales del “hoyo” o lugar al que se arrojan, las basuras, los desperdicios y restos de comida que dan lugar al estiércol) y, en muchos de los corrales, el pozo.
El piso superior de esta casa es el “doblao” o granero, destinado a guardar los cereales de la cosecha. En sus ventanas se ponían las calabazas para conservarlas aireadas para luego consumirlas en comidas típicas como el ajo de calabaza, arrope, relleno para empanadillas, etc.


Descendiendo en escala, encontramos las casas más sencillas, las “Casas de los Jornaleros” conocidas como “medias casas”. Sólo tienen habitaciones a un lado; son casas con tres o cuatro crujías, con un “caño de casa” de tierra aplanada dedicándose las primeras a dormitorios y la última a comedor y sala de estar. A veces, a esta nave se adosa una cocina con puerta al corral, al final del cual se ubica la cuadra. La techumbre de esta casa se hace de cañizo y casi nunca tiene “doblao”.
Actualmente, la edificación urbanística de la zona no sigue estas tendencias, ya que ahora, las necesidades de la ciudadanía han cambiado notablemente y es de tipo más funcional en todos los sentidos, cambiando de forma importante el aspecto de la Ciudad, dando un carácter más actual, asemejándose al aspecto de otras ciudades, aunque todavía existen muchas de las viviendas anteriormente mencionadas, siendo sus moradores en gran mayoría de edad avanzada.
De todos modos, está surgiendo otro movimiento a destacar y es la adaptación que está sufriendo este tipo de viviendas por parte de la población más joven que ha encontrado, en esta tipología típica nuestra, una estupenda forma de vivir; debido a su espaciosidad e independencia, ya que no están sujetos a comunidades de vecinos.